Se trata de una respuesta anómala de tipo simpático reflejo ante una fractura o lesión articular que exija inmovilización más o menos prolongada.
Aunque se presenta más frecuentemente en mujeres y ante inmovilizaciones rígidas prolongadas, puede ocasionalmente aparecer con otro tipo de inmovilizaciones no rígidas, así como ante determinados tratamientos quirúrgicos sobre la articulación.
La DSR incluye factores esencialmente vasculares y neurológicos que provocan la aparición de signos físicos sobre la articulación afectada muy característicos, que incluyen:
-Dolor difuso más o menos intenso.
-Rigidez marcada.
-Edema y vasodilatación permanente.
-Atrofia y cambios de coloración cutáneos.
-Osteoporosis localizada de ambos extremos óseos en el examen radiológico.
Las articulaciones más predispuestas a la DSR son habitualmente la muñeca y el carpo, tobillo y tarso y la rodilla, aunque ocasionalmente se aprecia en otras (hombro, codo…).