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Las lumbalgias inflamatorias producen más dolor en reposo

Ocho de cada diez personas tendrán dolor de espalda en algún momento de su vida, y un tercio de los que refieren molestia lumbar volverán a tener otro episodio pese a haberse recuperado del primero. La lumbalgia es un síntoma de sobra conocido por los especialistas de distintas áreas, desde la fisioterapia hasta la reumatología. «Tiene una alta prevalencia en la población adulta, de hecho, se estima que, en un intervalo de 6 meses, más de dos millones de personas en España dejan de realizar al menos durante un día su actividad habitual debido a la lumbalgia», explica el doctor Marcos Paulino, presidente electo de la Sociedad Española de Reumatología (SER), en una entrevista concedida durante el I Simposio de Enfermedades Autoinflamatorias, organizado por la entidad. Se estima que las personas afectadas crezcan en el futuro y, aunque parte se relacionen con el envejecimiento de la población, muchos casos son consecuencia de malos hábitos de vida. Falta de ejercicio, escasa higiene postural y, aunque sorprenda, el tabaco.

—¿Qué es la lumbalgia?

—Es el dolor que aparece en una parte del cuerpo, que va desde las últimas costillas hasta los glúteos. Puede tener relación con una alteración de los músculos, de los tendones, de los ligamentos, huesos o discos que hay a ese nivel. Es algo bastante común en la población.

—Habitualmente se asocia a la consulta de fisioterapia. ¿Cómo es el camino de un paciente que tiene lumbalgia y termina en reumatología?

—Se piensa que el 80 % de la población va a tener lumbalgia en algún momento de su vida. Normalmente, este dolor no llega ni al fisio, ni a nadie. Muchas veces, el paciente se automedica, lo resuelve y no le da mayor importancia. Sin embargo, cuando la lumbalgia persiste y la intensidad del dolor crece, el paciente suele acudir al médico de cabecera. Este es el que primero lo explora, encarga pruebas y lo suele resolver sin problemas también. A nosotros, los casos que nos llegan suelen ser los más graves y con signos de alarma. Por ejemplo, las lumbalgias que persisten en el tiempo pese a utilizar un tratamiento correcto, las que se irradian por la pierna, la famosa ciática en la que puede haber un compromiso nervioso de raíz, una hernia o las lumbalgias inflamatorias. Estas son aquellas que producen más dolor en reposo. Es decir, la persona está durmiendo, pero el dolor la despierta, no la deja tranquila, le molesta, tiene que levantarse e irse al sillón. Ese tipo de lumbalgias, que son las inflamatorias, son las que más tratamos y las que nos deberían llegar.

—Un estudio publicado en la revista científica «The Lancet Rheumatology» concluyó que, en los próximos 30 años, los afectados superarán los 800 millones en el mundo. ¿Se conocen las causas?

—Sí, es que es un síntoma muy prevalente. La población, por norma general, vivirá un envejecimiento progresivo y la lumbalgia es más frecuente en personas de mayor edad. También se ha relacionado con el incremento de la obesidad, de tal manera que se calcula que en España, para el 2035, el 37 % de la población tendrá exceso de peso. Sobre todo, niños y niñas, más que adultos. Y esto, a su vez, se vincula a la vida sedentaria. El sedentarismo hace que la musculatura se afloje, que la faja natural pierda fuerza y por lo tanto, tengamos más problemas de lumbagos. Analizando las causas, es importante saber que en el 85 % de las lumbalgias, la causa no está clara. Es decir, no se identifica una lesión específica de un hueso, de un músculo. Eso tiene de bueno que una vez pasa la lumbalgia, las estructuras están correctamente conservadas y, por lo tanto, si te cuidas y trabajas esa zona, no tienes que padecerlo otra vez. Por otra parte, tenemos otro 15 % de lumbalgias que sí que tienen una causa. Que puede ser una fractura vertebral, una hernia de disco, o una enfermedad reumática inflamatoria y, muy rara vez, una infección o un tumor.

—Desde la SER indican que el tabaco es un factor de riesgo. ¿De qué forma afecta este hábito?

—Pensamos que el tabaco influye porque activa una serie de proteínas que producen la inflamación, en este caso a nivel de las estructuras de la columna vertebral. Además, el tabaco generalmente es frecuente en personas con otro tipo de factores de riesgo. Se ha visto que el tabaquismo es más habitual en personas con obesidad y sedentarias, o que consumen mayor cantidad de alcohol, lo cual de por sí ya es perjudicial para los huesos porque favorecen la pérdida de calcio. De alguna forma, son toda una serie de factores que conjuntamente explican por qué el tabaco puede producir esa mayor aparición de lumbalgias. En la gente joven, también son muy importantes los hábitos posturales, en el trabajo, el cómo se sientan y cómo se agachan, o si tienen que coger peso recurrentemente y lo hacen flexionando el tronco. Todo ello, realizado de forma repetitiva, termina por pasta factura. Creo que es algo bastante importante y desde el colegio se debería enseñar a los niños a tener higiene postural.

—El tabaco es un factor de riesgo de reumatología en general. Siempre se habla de la artritis. 

—Así es, para la reumatología y para la medicina en general. Es una cosa tóxica, no he visto un producto que tenga tantísimos efectos nocivos como este. Por eso a veces, cuando los chicos siguen fumando para hacerse los mayores es incompresible. El tabaco favorece la aparición de artritis reumatoide, va a favorecer la pérdida de masa ósea y por lo tanto, promueve la aparición de osteoporosis y fracturas; se asocia más a pacientes con obesidad y sedentarismo, lo que condiciona también un mayor aumento de peso en articulaciones de carga y un desgaste de cara a una artrosis precoz. Puede producir o agravar enfermedades pulmonares asociadas a enfermedades reumáticas, pero también está el riesgo cardiovascular. Es decir, las enfermedades reumáticas inflamatorias pueden producir más infartos, más ictus, más trombos, y el tabaco aumenta el riesgo exponencialmente de todas ellas. Es un cóctel molotov.

 

—Antaño, se solía recomendar reposo a los pacientes de lumbalgia. Ahora, todo lo contrario. Un estudio encontró que el ejercicio disminuye la molestia en un 20 %. 

—Evidentemente, hay casos y casos, y si es un paciente con fractura vertebral tiene que seguir un cierto periodo de inmovilidad. Pero en cuanto sea posible, recomendamos que vayan movilizándose y activándose porque quedarse quieto, en reposo en la cama, hace que la recuperación sea mucho más lenta. Tiene que ser progresivo y adecuado. Nosotros tenemos Reumafit, que es accesible desde la página web, con una serie de ejercicios y vídeos muy intuitivos, para enseñar a la gente qué ejercicios hacer, cuánto tiempo. Nosotros siempre animamos mucho a nuestros enfermos a que hagan ejercicio, y no solo a los de lumbalgia, porque el movimiento ha demostrado que mejora la calidad de vida del paciente y la recuperación.

—¿Cómo se explica ese efecto beneficioso?

El ejercicio libera una serie de sustancias antiinflamatorias e interrumpe la producción de nuevas proinflamatorias. En suma, mejora la masa muscular. Pienso que si alguien deja de fumar, tiene buenos hábitos y controla un poco su peso, tiene todas la papeletas para una vida sana y plena.

—¿Las lumbalgias se pueden prevenir?

—Aproximadamente un 40 % de ellas sí. Muchas veces desconocemos si hay una cierta predisposición en algunas personas a hacerse daño. Si alguien se cuida, tiene un buen peso, controla su higiene postural y se sienta bien delante del ordenador, es probable que reduzca mucho el riesgo. Con todo, nadie se libra de tener algún episodio de lumbalgia. Piensa que es la principal causa de baja, de incapacidad, en el mundo. En España se calcula que los costes anuales derivados del cuidado de la lumbalgia, las bajas y las incapacidades, suponen unos 9.000 millones de euros al año. Por eso, todo lo que sea salud pública para mejorar la calidad de vida de los pacientes, a la vez que reducir los costes, debe ser una estrategia pública.

—¿Con el tratamiento se llegan a controlar los casos más graves que les llegan?

—La base del tratamiento es intentar evitar la inmovilización. Es decir, empezar a moverse y a hacer ejercicios adaptados. La fisioterapia también puede ayudar en la recuperación. Y luego está el tratamiento médico, que en algunas ocasiones puede ser muy intenso, de tipo analgésico, ciclos cortos de antiinflamatorios o relajantes musculares. Lo que está claro es que si alguien tiene tendencia a tener lumbalgias, debe mentalizarse de hacer ejercicio, de ir a la piscina o a pilates, como si fuera otra pastilla. Es decir, hacer cosas para tener un buen tono muscular en su abdomen que le proteja de ese tipo de lesiones.

—¿Qué requisitos debe cumplir el paciente para que el médico de cabecera lo derive a su servicio?

—En materia de lumbalgias, el médico de familia está perfectamente preparado para manejar la inmensa mayoría, porque una parte se resuelve con los procedimientos que hemos ido comentando. Lo que ocurre es que si la persona que acude tiene un dolor lumbar un poco inusual, que no le deja dormir, o si por la mañana necesita una grúa para levantarse porque está hecho un ocho, cuando se tiene un dolor que se extiende a la pierna, que se acorcha o se duerme; o si el paciente tiene fiebre, pérdida de peso o apetito, son síntomas que deberían hacer sospechar de que hay otro problema añadido a la lumbalgia habitual.

—¿Les preocupa la automedicación para este síntoma?

—La gran mayoría de las personas se toman un analgésico puntual cuando tienen lumbalgia y esta cede. Pero sí que es cierto que podría enmascarar el cuadro si son este tipo de pacientes con la lumbalgia más grave, y en este contexto, puede hacer que se retrase el diagnóstico porque enmascara los síntomas. Es algo difícil que el paciente se de cuenta de eso. Se tiene que fijar en el tipo de lumbalgia, que sea nocturna, que le echa de la cama al sillón y que hace que tarde mucho en levantarse. Esto tiene que motivar la consulta con el médico aunque se tome paracetamol.

Fuente: La voz de Galicia

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